sábado, 20 de diciembre de 2014

lunes, 22 de septiembre de 2014

LUGAR DE MANANTIALES


Texto del Profesor  Antonio Zamarreño con motivo de la publicación de LUGAR DE MANANTIALES


Querido Emilio: recibimos, sin contratiempos, tu nuevo hijo: "Lugar de manantiales". Muy tuyo. Totalmente tuyo, en todos los sentidos. No lo digo solo por la vuelta-en un poema cumbre- a Jonás, sino porque esta poesía lleva, como siempre, cada una de tus arrugas: tus noches, tus árboles, tus lluvias, tus barcos, tus frutos encendidos, tus ventanas, tus cierzos, tus relojes, tus palomares, los ritos del fuego de tu infancia. Reconozco bien esa poética de los límites, donde la palabra nombra detrás de sus alambradas. Yo diría que, como siempre, la palabra "desnombra" y, de ahí, las continuas elipsis, tan trabajadas en este libro. Me interesa tanto, por eso, un poemas como el que titulas "Cuestión": "Y la palabra crece, / se escapa/ de nosotros./ ¿O somos la palabra/ huyendo/ eternamente/ de sí misma?" A eso lo llamo yo "desnombrar": la palabra no fija realidades, sino fragmentos de utopía; no es una flecha que se clava en una porción de lo visible, sino una fecha siempre en tránsito: movediza, en perpetuo deshilacharse y desdecirse. Por eso, la angustia del médium (esa angustia de tener que decir lo inefable con signos gastados por la tribu): "La palabra que pasa / y no me encuentra/se queda, /cenicienta,/ por las ramas". Por eso también-qué machadiano, qué surrealista-esa entrada hacia el sueño, donde la palabra, perdida ya su identidad y su densidad, pueda ser, a un tiempo proto y post-palabra.

Estás preocupado-como todo poeta consciente- por la posible frustración del encuentro entre tú y ella: "Vinieron las palabras / y no nos encontraron". O: "Las palabras no crecen /en tus valles". Y es verdad: sin ellas, todo sería desierto, por donde galoparían "las hordas de la noche". Pero yo lo que veo en tu libro es que la palabra fundamental te sigue siendo dócil -"Desnudo la palabra/ y me la extiendo/ por dentro de la piel"- y que hay poemas aquí a la altura de lo mejor tuyo. Poemas y "visiones", como aquellas del "labio litoral", de la "tarde tan bisiesta", del" llanto vegetal" o de las relativas al tiempo: "Ceniza en el cabello / de todos los relojes".

En suma: que me ha gustado mucho.

Otro día hablaremos de la música, de ese endecasílabo quebrado que llevas como adherido a la raíz, desde hace ya bastantes años. No me molesta, pero me parece, a veces, demasiado previsible. A mí, que conozco el resto de tu obra.

Viva el octosílabo (por ejemplo)


Un abrazo muy fuerte. Antonio.

miércoles, 9 de abril de 2014

SONIDOS INTERIORES

Toda la noche sonó
                       en las almohadas.
                       Un murmullo de mar
                 que ya no existe
pero ha quedado impreso
                   su sonido
 en todos los rincones
                   de los sueños.
Ese mar  de los días
que vive sin nosotros
 y esconde su murmullo
 detrás de las pisadas.
Las puertas ignoran
 el ritmo de las horas.
Se quedan tan absortas,
                      tan lejanas
que recitan sonidos
 apenas aprendidos.
De peldaños que también
habían tenido melodía.
Memoria pertinaz
de un tiempo                                           
 sin contornos,
de semanas guardadas
en cabases de cartón.
Un cielo construido
con las cintas  guardadas
para jugar al corro la patata.
 Antigua llamarada
    sin calor,
quizá visible solamente
desde el rincón
      de las escuchas.
 Un año se construye
       con residuos
de todos los olvidos.
 Vocablos que tuvieron
                           su momento
 y quedaron parados
       como pájaros
encima de los libros
                         de aquel curso
que nunca había tenido
                         calendario.