SALUDO
O_LUMEN. 8 SEPT. 2023
BUENAS TARDES, SEÑORAS Y SEÑORES.
AMIGOS:
Estoy aquí por expreso deseo de Fray Marcos, superior del Convento
Dominicano de Parquelagos – La Navata.
Y, también, de algún modo, representando a los grupos de personas
que bullen allá, en torno a los frailes, su convento, Iglesia y Salón de
Encuentros.
Y venimos a dejar testimonio de nuestro encuentro con Fray
Emilio Rodríguez, a comienzos del año 91 del siglo XX y de nuestra relación
intensa y extensa con él, fraile, poeta y amigo, repleta de experiencias,
convivencias y confidencias, durante los casi treinta últimos años de su vida.
Son bienvenidos.
FRAY EMILIO RODRÍGUEZ EN PARQUELAGOS
Madrid, 8 de
septiembre de 2023
Al inicio de los años 90 del siglo pasado, Fr. Emilio
Rodríguez salió de Salamanca, camino de la Sierra de Madrid, para incorporarse
al convento dominicano de Parquelagos. Llegó solo y bastante desgarrado, por
las dolorosas separaciones que le imponía esa salida: se veía obligado a
abandonar Radio Popular de Salamanca, que la había dirigido durante muchos años
(73-89) y en la que se sentía profundamente enraizado como dominico y
periodista; se alejaba del convento de San Esteban y de su comunidad de
hermanos religiosos; y, como nos dice Antonio Sánchez Zamarreño en la
Introducción a MAR QUE HUYE (2010), se separaba de “los viejos amigos (de la Tertulia de los Martes) con los que el poeta
llega a encariñarse hasta extremos conmovedores y que, en Parquelagos, serán
prolongados por hombres y mujeres de los que no tenía noticia; sus paisajes
entrañados -Los Arapiles, Los Montalvos, Vistahermosa, la Peña de Francia-
quedan atrás”. (Zamarreño ve al Emilio de ese momento como una “mole
emocional”)
En efecto, aquí, en los aledaños de las Sierras de Madrid,
en su nuevo convento, Iglesia y Salón de Encuentros, Fr. Emilio es recibido por
fr. Marcos Rodríguez (superior del convento, compañero de estudios y artista
como él, licenciado en Bellas Artes, escultor y restaurador) y se integra en
una nueva comunidad de frailes que serán el primer apoyo, abierto e
incondicional, que Emilio necesita en ese momento tan complicado y duro para
él; se encuentra con su hermano Valentín, también dominico; con hermanas, hermanos
y cuñados y con sobrinas y sobrinos, afincados en Madrid; con todos los
feligreses que acuden a las celebraciones religiosas y con los diversos grupos
de hombres y mujeres que, alrededor de los frailes, se reúnen en diferentes
actividades pastorales, culturales, de espiritualidad y teología (fe adulta,
preparación de homilías); también con sus amigos andariegos de montes y valles
y con sus nuevos colegas, poetas de Madrid y de El Escorial - Cafetín Croché,
que, con su presunto permiso, también me atrevo a meterlos en nuestro mismo
“saco”. (Sugiero la lectura de la introducción de
Zamarreño en su Antología de la Poesía de Emilio, MAR QUE HUYE, (2010, pág. 51
y ss. Con títulos como “La crónica del Éxodo” y “Laberinto con una luz al
fondo”, y con la referencia expresa a “la
educación, la sobriedad ética, la timidez o la pura cortesía” de Emilio, para
superar su dolor con estoicismo y estilo)
A todas las personas de todos los grupos que acabo de
citar, hago presentes en este momento, porque no todos han podido desplazarse
hasta aquí. Nuestros sentimientos de profundo cariño, agradecimiento, amistad y
fidelidad los ha recibido Emilio durante los años, casi treinta, de convivencia
en Parquelagos.
Él se nos ofreció HUMILDE como fraile, sacerdote y amigo;
SEGURO, FIRME Y FUERTE como artista: dibujante, pintor y POETA. COMPAÑERO -casi
en la sombra- en nuestras actividades culturales de EL ENCUENTRO, salvo cuando
orador en sus charlas y conferencias de Literatura y Arte y en las lecturas de
sus libros y poemas, en las que se nos aparecía como MAESTRO SEMBRADOR DE LA
PALABRA Y CREADOR DE VERSOS. (CINCELADOR)
Emilio, ejemplo siempre de bondad y delicadeza.
Y humilde, hasta provocar ternura.
Lo recibimos y adoptamos como algo nuestro. Muy nuestro.
Los hermanos frailes, su familia y los amigos de Emilio en
Parquelagos (todos esos “hombres y mujeres de los que no tenía noticia”) somos
los COMPAÑEROS DE VIAJE de sus últimos treinta años de vida. Pero, que nadie se
desasosiegue, no hacemos acepción de personas: ya sabemos -nos lo advertía con
frecuencia que siempre llevaba en su cordial mochila a sus amigos y poetas de Salamanca, a los que amaba y visitaba. Y a sus
hermanos frailes, y, entre sus frailes, a sus “cursarios del alma”, con los que
se reunía cada año.
Sé que estamos aquí presentando la importante y valiosísima
Obra Poética de Emilio Rodríguez. Ya nos han hablado de ella los que de esta
materia saben. Nos queda unirnos al deseo, tantas veces expresado por Fr.
Bernardo Fueyo de que, ojalá, llegue muy pronto el día en que un nuevo crítico
con autoridad pueda tomar el relevo del Profesor y Catedrático Antonio Sánchez
Zamarreño, y complete sus estudios, analizando a fondo la Obra Literaria
Completa de Emilio, y contribuya decisivamente a la divulgación y al reconocimiento
que, como nosotros creemos, se merece nuestro poeta.
Me estoy refiriendo a todos estos aspectos y datos de la
vida de Emilio entre nosotros porque, también para conocer y valorar mejor al
poeta y su obra, interesa conocer al ser humano y sus vicisitudes. Hemos
convivido con el poeta y con el religioso, con el amigo y con el compañero; nos
ha acompañado en incontables momentos y en lugares diferentes: reuniones
culturales, Eucaristías, desayunos de los domingos, paseos y excursiones,
almuerzos… Y en los viajes a Montesclaros, en los que siempre ha sido el organizador
y el guía sabio, solícito, protector. ¡Ah! el románico de aquellos alrededores,
¡ay! aquel San Martín de Elines, donde Emilio, como artista y hombre muy culto,
nos pastoreaba…
Emilio ha sido y sigue siendo para nosotros un referente
personal como religioso, como amigo, como persona muy culta y experto en Arte y
Literatura y también, aunque para algunos resulte difícil, como POETA.
Algo fundamental para Emilio, desde su niñez hasta su
muerte, en su deambular cotidiano y en su mundo interior, en sus recuerdos y
nostalgias, como nos muestra en toda su obra poética, ha sido 4 siempre EL
PAISAJE. También, al establecerse en Parquelagos, encontró Emilio nuevos
paraísos: La Sierra amplísima del Guadarrama que, desde un terraplén o un
ribazo muy próximo a su convento, ha podido contemplar, en toda su extensión y
a la misma altura de sus ojos; una nueva LUZ, un nuevo paisaje, unos bosques
sin que la niebla cerrada de sus montañas asturianas ciegue sus ojos, un cielo
inmenso y nuevos colores o colores renovados, como ese azul del cielo de
Madrid, diferente, único. Cuando nos presentó en El Encuentro MAR QUE HUYE y al
comentar el poema “ABRIL” de su libro PARQUELAGOS, dijo: “Qué maravilla vivir
en el azul de Velázquez, aunque suene cursi.” Y añadió: “Todo el azul de
Velázquez para mí desde la cocina de mi convento en Parquelagos."
Sus referentes geográficos ya son otros: Peñalara, La
Maliciosa, Abantos, El Nevero, Cabezas de Hierro, El Yelmo, Siete Picos, la
Morcuera, El Pico de la Miel, Navacerrada… La flora y fauna también difiere de
la de sus mundos anteriores. La consecuencia de todo lo que aquí encontró y
vivió es que, ya en los primeros años desde su llegada a Parquelagos, se
produce en Emilio un profundo cambio que se manifiesta en la relación con
quienes lo rodean y que también traspasa al Poeta, a sus obras. Y recurro una
vez más a Zamarreño, quien, comentando los libros PARQUELAGOS y UN HORIZONTE
ESCRITO, ambos publicados en 1994 con títulos muy significativos, asegura que
se ha generado en el poeta un ”(parcial) abandono del encriptamiento en el
yo.…/… Esta vez el ojo, sin dejar de atisbar los interiores, se libera de sus
pesadumbres, proyectado hacia la realidad exterior. Es un ojo que salva al
poeta de sí mismo al comprometerlo con eso otro que lo circunda y lo hace
solidario. El trasvase hacia un ámbito desacostumbrado y hacia una luz no usada
sacude el ensimismamiento del poeta y lo hace ‘ver’ con otra intensidad://
alrededor hay algo -seres, espectáculos- que reclaman su atención.” Y, sobre
todo, porque ya ha saldado cuentas consigo mismo; porque con su primer libro escrito
en Parquelagos, JARDINES RECORTABLES (1994), deja limpio, lo que él llama el
“Paisaje de Batalla”, cuando reconoce que ”El paso del silencio enerva la
llanura”. Es decir, ese silencio en el que Emilio se ha constituido (y
reconstruido) debilita y hace desaparecer la crudeza y la barbarie del campo
después de la batalla. (En el significado más original de “enervar”) Eso dice
en “Paisaje de Batalla”. Por toda explicación de este poema, nos dijo con
rotundo laconismo: “¡Ojo con él!”. Casi nadie entendió lo que quería decir)
A Emilio se le había abierto definitivamente el horizonte.
Muchos años después, ya en el 2013, en la presentación de “TIEMPO PARA LOS
OJOS” en el Cafetín Croché de El Escorial, reconoció ese gran cambio que supuso
Parquelagos y comenzó preguntándose: “¿De qué va este libro? Yo siempre escribo
el mismo Poema: mi tierra asturiana. Ahora, no. Me he trasladado a estas
sierras que nos rodean, La Maliciosa, Abantos. Me gusta andar por estos montes
y cumbres. Cada vez que voy me encuentro con un paisaje distinto. Por tanto, el
tiempo está en los ojos.”
En las reuniones de PARQUELAGOS, llegó a decirnos que el
poema, la poesía, no se explica. Pero tenía mucha paciencia con nuestra torpeza
y hacía excepciones. Tengo anotados muchos comentarios suyos en los márgenes de
las páginas de sus libros. Pues, bien: Ahí estamos todos nosotros con Emilio.
En ese tiempo, entre esas manos, subiendo esas cumbres, en esos ojos y
ventanas; en sus eucaristías y en nuestros Encuentros de todos los miércoles
durante tres trimestres de cada año. Y también en sus libros y hasta en alguna
de sus ediciones. Y en todas sus conferencias sobre literatura, Poesía y Arte;
y en las presentaciones de todos sus libros creados (poiesis, nos decía) en
Parquelagos.
Emilio Rodríguez participó como ponente en nuestro
Encuentro en veintinueve Sesiones sobre ARTE Y POESÍA entre 2001 y 2019.
El Románico y El Gótico, cuatro sesiones.
Poesía en la Pintura de Fra Angélico.
Los corrales del Aire en Baltanás. Fotografía (49) del cura
Chema, que así era conocido en los veranos de Mostesclaros. D. José María de la
Fuente, gran amigo de Emilio y párroco de Abia de las Torres, en tierra de
Campos palentina. y Poemas (49) de nuestro Emilio para las cabañas pastoriles
La Generación del 98 y 27, seis sesiones.
Los Poetas populares, cuatro sesiones.
Los clásicos: Quevedo y Góngora.
Cuatro poetas contemporáneos.
Poesía religiosa: Machado y Juan Ramón, dos sesiones.
Santa Teresa de Jesús, escritora de versos.
Las Presentaciones de sus libros de poesía, siete sesiones
registradas, pero son algunos más.
UN HOMENAJE: 23 de mayo de 2012. (A traición. No quería,
pero lo merecía. Resultó apoteósico. Se quedó tan “tocado”, tan herido en su
humildad que, en un aparte, en pleno discurso de Antonio Zamarreño, me dijo muy
serio, en voz baja: “Javier, esta no te la perdono”)
Desde que falleció Emilio el 15 de noviembre de 2020 he
hablado con fray Marcos (superior de Parquelagos y compañero de curso de
Emilio) muchas veces, decenas de veces a cerca de Emilio. En la mayoría de
estas conversaciones fr. Marcos me repetía:
“Emilio ha sido muy importante para Parquelagos. Y
Parquelagos ha sido muy importante para Emilio. No sé si todos somos
conscientes de ello.”
Exactamente eso es lo que intento transmitirles. Y quizá
deba hacer una rectificación: He dicho que Emilio se acogió a nosotros al
llegar a nuestro paisaje y casa común de Parquelagos y que nosotros lo
adoptamos. Ahora creo que fue él quien nos adoptó a nosotros. Y nos cuidó, nos
instruyó, nos quiso.
Ha llegado el momento de alegrarnos y festejar esta
monumental obra que nos acaban de presentar. Y de agradecérselo, en nombre de
los que, de algún modo, estoy aquí representando, a quienes lo han logrado:
➢ A fr. Jesús Díaz Sariego, Prior Provincial de
la Provincia HISPANIA por la decisión de publicar la Obra Poética Completa de
Emilio Rodríguez. Se salva con ello un magnífico legado. (Fr. Marcos opina que,
posiblemente, sea el mejor legado cultural de la Orden de Predicadores desde
Fra Angélico. Marcos dixit, y es artista) (Aunque son muchos, antes y ahora,
los escritores y poetas, filósofos, Teólogos - Alberto Magno, Tomás de Aquino,
Francisco de Vitoria- y artistas -Maíno, Francisco Coello de Portugal…)
➢ Gracias a Fr. Bernardo Fueyo, que la ha
planificado y organizado, le ha dado forma, la ha repasado “golpe a golpe y
verso a verso” (y, en algunos versos, palabra por palabra y aún, en algún
manuscrito, letra a letra); la ha trabajado en las introducciones a la Obra
Completa y a cada uno de los libros que la forman. Gracias, Bernardo, tú has
estado delante y “Detrás de la Palabras”.
➢ Gracias a Fr. Jorge Luis Álvarez, director de
la Editorial San Esteban, que la ha hecho posible.
➢ Gracias a Sagrario Rollán; Sagrario, gracias
por tu gran colaboración con Bernardo Fueyo y porque tu estudio, al frente de
la Obra, sobre el Tiempo y la Palabra en la Poética de Emilio Rodríguez, es una
ayuda imprescindible para leer y comprender la poesía de Emilio.
He ahí la Obra de Emilio. Pero, también, he ahí vuestra
Obra. Gracias por traérnosla.
He realizado varias citas, y alguna bastante larga, del
Maestro Zamarreño. Me impresiona con qué perspicacia y cuánto saber analiza y
escruta la poesía de Emilio y cómo es capaz de descubrir y descifrar lo que
pasa en su vida y en la vivencia de su mundo interior. Y también, la maestría
con la que nos lo comunica. Nosotros lo hemos vivido con Emilio; Zamarreño lo
ha descubierto y nos lo explica.
Por eso, me sale al paso, y es de Ley: Un agradecimiento y
un recuerdo entrañable para nuestros muy queridos amigos Mercedes Marcos y
Antonio Sánchez Zamarreño, esposos y Catedráticos Eméritos de Literatura en la
Universidad de Salamanca, por su impagable y constante acercamiento de la obra
de Emilio a nuestras discretas y, probablemente, profanas entendederas
poéticas. Y aquí, que conste, no incluyo a los muy diestros y doctos poetas,
amigos y colegas de Emilio. Los legos podemos ser otros. Gracias os son dadas,
Mercedes y Antonio. Ojalá hubierais podido estar aquí.
Permítanme una última debilidad: un muy merecido recuerdo y
agradecimiento a fr. Jesús Espeja quien, en la apertura de su último libro
“MEDITACIÓN SERENA” (“Con los ojos de la fe abiertos”) ha tenido la delicadeza
(que me atrevo a traducir como “grandeza”) de rendir un homenaje a Emilio
Rodríguez, tomando como cita de referencia inicial de su libro, un “aforema” de
Emilio. Dice así:
“Siempre hay un rincón en el jardín
que nadie ha pisado todavía.
Siempre hay un lugar donde las palabras
significan otra cosa”.
“Emilio Rodríguez, dominico, poeta y amigo”.
(Publicado en la REVISTA DEL MARTES nº 3 de 1984 y en
DETRÁS DE LAS PALABRAS, tomo I, pág. 687)
Prestemos atención a este libro de Jesús Espeja. (Editorial
SAN PABLO)
Comentaré y leeré ahora unos poemas de Emilio. (LA MUERTE
está presente en toda la obra poética de Emilio. Tres hechos marcan,
indudablemente, esta presencia:
❖ La muerte de un
hermanito en un accidente con un carro cuando las tareas del campo.
❖ La muerte prematura de
una hermanita en la adolescencia.
❖ La muerte de su padre)
El primero que voy a leer, “Epitafio de los Meses”, de su
primer libro, publicado en 1977, PREGUNTO POR EL SILENCIO. (Joaquín Madina Loidi) Lo he leído muchas veces y
siempre me imagino a Emilio en su montaña asturiana, a poca distancia de Villar
de Adralés, su aldea, y sentado junto a un árbol, probablemente abedul o
castaño, con la espalda apoyada en el tronco. Es muy fácil imaginarlo así, ya
que él mismo lo dice en el poema. Además, releyendo en estos días el estudio de
Zamarreño para la Antología MAR QUE HUYE, he comprobado que Antonio, también lo
ve así, pues nos asegura que “solía sentarse muchas tardes el poeta …/… a
contemplar el paraje…” Y unas diez líneas más abajo sentencia que “Emilio
estará siempre sentado -y todos lo estaremos con él – y lo haremos luchando
contra el tiempo y dejando la vida entera en sus manos.” (pág. 56)
En una de las muchas presentaciones de su Antología, en la
que hizo Emilio en la Iglesia del Convento dominicano de El Olivar de Madrid el
19 de enero de 2012, vio que estaba entre los asistentes y me dijo en voz alta:
Javier, prepara un poema y lo lees más tarde. Y elegí este:
EPITAFIO DE LOS MESES
Es el primer poema de la II Parte de PREGUNTO POR EL
SILENCIO, que está dedicada así:
“A MI PADRE, QUE SE FUE
AQUELLA MAÑANA DE JULIO CUANDO LA
COSECHA ERA UN GRITO.”
(LEER EL POEMA, del libro original o del folio) Al terminar, dijo
Emilio: “Es la elegía y recuerdo del padre muerto”. Y, tras un corto silencio,
añadió con emoción: “Javier, léela otra vez”.
Y me voy del primero al último de los libros que Emilio
escribió en vida: DIMENSIÓN Y ALARIDO. Lo había terminado en 2109; se publicó,
como póstumo, unos cien días después de su muerte. (Murió el 15, nov. 2020)
Por supuesto, también en este libro Emilio se halla
sentado. Ahora, de cara al atardecer, contemplando la sierra del Guadarrama en
toda su extensión, desde un terraplén o un ribazo cercano a su convento de
Parquelagos. Todo en este libro es reflexión sobre los ocasos que se le
presentan ante los ojos en un estallido de emociones que lo sacuden por entero
cuando el sol se hace más grande y más sangrante, y declina tras los montes. Y,
por decirlo con palabras de un verso de Emilio, “con praderas encendidas en el
cielo”. (“Visión”, del libro TODAS LAS PREGUNTAS, 2008). A su último libro lo
llamó DIMENSIÓN Y ALARIDO. Mercedes Marcos y Antonio S. Zamarreño pusieron el
“cierre” a este libro y, por consiguiente, a toda la Obra de Emilio “desde la
emoción y la vibración de un corazón dolorido por la ausencia” -dicen-. Y
también, que “estos últimos versos nos aportan, con transparencia, el estado
íntimo de los últimos tiempos de nuestro amigo común …/… consciente el poeta de
que está dando sus últimos pasos en la tierra.” (pág. 58) Leo algunos versos de este libro: APROXIMACIÓN, HERMETISMO,
OTRA MIRADA, NEGATIVO, TESTAMENTO, CRÓNICA, INTERIOR, FRONTERA.
Nuestros amigos y
maestros, Mercedes y Antonio, concluyen: “El ojo del poeta se acompasa al ojo
de Dios…/… Es Emilio frente a Dios. El hombre frente a Dios, el poeta frente a
Dios, sin otros paisajes que los de su alma.”
Y termino con una reflexión y un par de
confidencias de Emilio: En contra de lo que, alguna vez, se ha dicho, Dios está
muy presente en toda la poética de Emilio. Emilio no necesita nombrar a Dios a
cada paso, a cada verso. Ni siquiera en las obras declaradamente religiosas y
místicas de Emilio aparece en vano el nombre de Dios o de María. Por ejemplo,
en HOGUERA EN LA MIRADA, (Poeta ante la Cruz) obra que dijo en la Catedral
Nueva de Salamanca en la Cuaresma de 2013; o, en ABSORTA LUZ (2002, sobre la pintura
de Fray Angélico). Y nadie pone en duda la intensa religiosidad de estas obras.
Toda la poesía de Emilio es tan profunda y tan elevada en su humanidad y
belleza que es en sí misma naturalmente espiritual. En las explicaciones que
nos facilitaba en nuestros encuentros en Parquelagos, nos hizo algunas
interpretaciones explícitas a esa religiosidad de su poesía. Por ejemplo:
Puedo recordar hoy, doce años después de la
presentación de su Antología en el Cafetín Croché de El Escorial, el comentario
que hizo Emilio al término de la lectura del poema “El gorrión”, que recitó con
su voz pausada, monocorde y algo ondulante:
EL GORRIÓN
Un corazón con plumas
se ha escapado de algún pecho
y lo está buscando ahora
con musicales saltos.
Y lo explicó con esta cita: “Nos has hecho,
Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” “San
Agustín”. Y repitió: “Nos has hecho, Señor, para Ti y nuestro corazón está
inquieto hasta que descanse en Ti.” Y continuó: “El
oficio del poeta se mide rítmicamente por sílabas, saltos musicales; saltos y
‘píos’; saltos y ‘pío-píos’”. Doy fe. Lo escribí bajo el poema en aquel mismo
momento. (Cita de San Agustín, CONFESIONES, I.1.)
Todavía hoy sigo sorprendido por este
extraordinario y original comentario.
En otra ocasión, cuando llegamos a la CANTATA DE
GALMAZ, lo primero que nos dijo fue que era “un experimento literario con todo
el texto en endecasílabos. Lo segundo, que “Antonio Gamoneda me riñe mucho por
usar tanto el endecasílabo…” Y lo tercero, cuando preguntamos -pero, Emilio,
¿quién es Galmaz? Respondió: “A veces es el dueño del Campo; a veces, es el
Paisaje; a veces, es el Padre del poeta; Galmaz, a veces, es Dios.”
Más, si nos referimos a COMO ÁRBLES QUE ANDAN
(1983/84; 2006), podríamos simplemente exclamar: ¡cuánta humanidad y cuánta
compasión hay en estos poemas!, dedicados a su gente que sufría y moría en
las minas de carbón de su Aldea.
En HORAS MENORES, nos dijo Emilio: “Seguimos en
Salamanca, seguimos utilizando el surrealismo, el humor, la ironía, la
greguería. Sí, en mi poesía hay mucho de todo eso. En HORAS MENORES, lo hay. Y
también mucho de religioso.” (En el convento e Iglesia del Olivar. (19/01/2011)
De este libro, y como prueba del trasfondo
espiritual que encubre, citó Zamarreño este poema: “Tenemos que llorar con
mucho ahínco / para llevar los huesos / limpios / a la muerte.” (Fue el 15 de
nov. 2010. Casualidad, exactamente 10 años antes de la muerte de Emilio)
Si alguien quiere profundizar más en este asunto,
le recomiendo que lea HOGUERA EN LA MIRADA, (Poeta ante la Cruz) obra que
Emilio dijo en la Catedral Nueva de Salamanca en la Cuaresma de 2013 y la
Presentación que, para esta ocasión, hizo Antonio Sánchez Zamarreño del poeta
Emilio Rodríguez.
Emilio Rodríguez conocía a fondo la poesía religiosa y, en
particular, la de Don Miguel de Unamuno y nos lo demostró con sus conferencias
en Parquelagos(dos sesiones sobre la poesía religiosa de Machado Y Juan Ramón)
y en Montesclaros (“La idea de Dios en los poetas del 98: Miguel de Unamuno,
Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado”) Pues bien, estoy seguro de que, si ahora
estuviera aquí Emilio, no le importaría despedirse de nosotros con estos versos
de Don Miguel, tomados de su inmenso poema EL CRISTO DE VELÁZQUEZ:
¡Broten del recóndito
de mis entrañas, ríos de agua viva,
estos mis versos, y que corran tanto
cuanto yo viva, y sea para siempre!
Ni oro ni plata míos, lo que tengo
Dios me lo dio y aquí os lo doy, hermanos,
que el jugo todo de mi esfuerzo pongo
para vuestro común caudal sin pizca
reservarme, que no se engaña a Dios.
¡MUCHAS GRACIAS!