viernes, 15 de septiembre de 2023

TEXTO DE LA INTERVENCIÓN DE JAVIER OLITE ÁRIZ EN EL ACTO DE PRESENTACIÓN, EN O_LUMEN, DE DETRÁS DE LAS PALABRAS, Y EN RECUERDO DE DE SU AUTOR, EL POETA EMILIO RODRÍGUEZ O.P.

 

SALUDO

O_LUMEN. 8 SEPT. 2023

 

BUENAS TARDES, SEÑORAS Y SEÑORES.

AMIGOS:

Estoy aquí por expreso deseo de Fray Marcos, superior del Convento Dominicano de Parquelagos – La Navata.

Y, también, de algún modo, representando a los grupos de personas que bullen allá, en torno a los frailes, su convento, Iglesia y Salón de Encuentros.

Y venimos a dejar testimonio de nuestro encuentro con Fray Emilio Rodríguez, a comienzos del año 91 del siglo XX y de nuestra relación intensa y extensa con él, fraile, poeta y amigo, repleta de experiencias, convivencias y confidencias, durante los casi treinta últimos años de su vida.

Son bienvenidos.

 

FRAY EMILIO RODRÍGUEZ EN PARQUELAGOS

 

 Madrid, 8 de septiembre de 2023

 

Al inicio de los años 90 del siglo pasado, Fr. Emilio Rodríguez salió de Salamanca, camino de la Sierra de Madrid, para incorporarse al convento dominicano de Parquelagos. Llegó solo y bastante desgarrado, por las dolorosas separaciones que le imponía esa salida: se veía obligado a abandonar Radio Popular de Salamanca, que la había dirigido durante muchos años (73-89) y en la que se sentía profundamente enraizado como dominico y periodista; se alejaba del convento de San Esteban y de su comunidad de hermanos religiosos; y, como nos dice Antonio Sánchez Zamarreño en la Introducción a MAR QUE HUYE (2010), se separaba de “los viejos amigos (de la Tertulia de los Martes) con los que el poeta llega a encariñarse hasta extremos conmovedores y que, en Parquelagos, serán prolongados por hombres y mujeres de los que no tenía noticia; sus paisajes entrañados -Los Arapiles, Los Montalvos, Vistahermosa, la Peña de Francia- quedan atrás”. (Zamarreño ve al Emilio de ese momento como una “mole emocional”)

En efecto, aquí, en los aledaños de las Sierras de Madrid, en su nuevo convento, Iglesia y Salón de Encuentros, Fr. Emilio es recibido por fr. Marcos Rodríguez (superior del convento, compañero de estudios y artista como él, licenciado en Bellas Artes, escultor y restaurador) y se integra en una nueva comunidad de frailes que serán el primer apoyo, abierto e incondicional, que Emilio necesita en ese momento tan complicado y duro para él; se encuentra con su hermano Valentín, también dominico; con hermanas, hermanos y cuñados y con sobrinas y sobrinos, afincados en Madrid; con todos los feligreses que acuden a las celebraciones religiosas y con los diversos grupos de hombres y mujeres que, alrededor de los frailes, se reúnen en diferentes actividades pastorales, culturales, de espiritualidad y teología (fe adulta, preparación de homilías); también con sus amigos andariegos de montes y valles y con sus nuevos colegas, poetas de Madrid y de El Escorial - Cafetín Croché, que, con su presunto permiso, también me atrevo a meterlos en nuestro mismo “saco”. (Sugiero la lectura de la introducción de Zamarreño en su Antología de la Poesía de Emilio, MAR QUE HUYE, (2010, pág. 51 y ss. Con títulos como “La crónica del Éxodo” y “Laberinto con una luz al fondo”, y con la referencia expresa a “la educación, la sobriedad ética, la timidez o la pura cortesía” de Emilio, para superar su dolor con estoicismo y estilo)

A todas las personas de todos los grupos que acabo de citar, hago presentes en este momento, porque no todos han podido desplazarse hasta aquí. Nuestros sentimientos de profundo cariño, agradecimiento, amistad y fidelidad los ha recibido Emilio durante los años, casi treinta, de convivencia en Parquelagos.

Él se nos ofreció HUMILDE como fraile, sacerdote y amigo; SEGURO, FIRME Y FUERTE como artista: dibujante, pintor y POETA. COMPAÑERO -casi en la sombra- en nuestras actividades culturales de EL ENCUENTRO, salvo cuando orador en sus charlas y conferencias de Literatura y Arte y en las lecturas de sus libros y poemas, en las que se nos aparecía como MAESTRO SEMBRADOR DE LA PALABRA Y CREADOR DE VERSOS. (CINCELADOR)

Emilio, ejemplo siempre de bondad y delicadeza.

Y humilde, hasta provocar ternura.

Lo recibimos y adoptamos como algo nuestro. Muy nuestro.

Los hermanos frailes, su familia y los amigos de Emilio en Parquelagos (todos esos “hombres y mujeres de los que no tenía noticia”) somos los COMPAÑEROS DE VIAJE de sus últimos treinta años de vida. Pero, que nadie se desasosiegue, no hacemos acepción de personas: ya sabemos -nos lo advertía con frecuencia que siempre llevaba en su cordial mochila a sus amigos y poetas de   Salamanca, a los que amaba y visitaba. Y a sus hermanos frailes, y, entre sus frailes, a sus “cursarios del alma”, con los que se reunía cada año.

Sé que estamos aquí presentando la importante y valiosísima Obra Poética de Emilio Rodríguez. Ya nos han hablado de ella los que de esta materia saben. Nos queda unirnos al deseo, tantas veces expresado por Fr. Bernardo Fueyo de que, ojalá, llegue muy pronto el día en que un nuevo crítico con autoridad pueda tomar el relevo del Profesor y Catedrático Antonio Sánchez Zamarreño, y complete sus estudios, analizando a fondo la Obra Literaria Completa de Emilio, y contribuya decisivamente a la divulgación y al reconocimiento que, como nosotros creemos, se merece nuestro poeta.

Me estoy refiriendo a todos estos aspectos y datos de la vida de Emilio entre nosotros porque, también para conocer y valorar mejor al poeta y su obra, interesa conocer al ser humano y sus vicisitudes. Hemos convivido con el poeta y con el religioso, con el amigo y con el compañero; nos ha acompañado en incontables momentos y en lugares diferentes: reuniones culturales, Eucaristías, desayunos de los domingos, paseos y excursiones, almuerzos… Y en los viajes a Montesclaros, en los que siempre ha sido el organizador y el guía sabio, solícito, protector. ¡Ah! el románico de aquellos alrededores, ¡ay! aquel San Martín de Elines, donde Emilio, como artista y hombre muy culto, nos pastoreaba…

Emilio ha sido y sigue siendo para nosotros un referente personal como religioso, como amigo, como persona muy culta y experto en Arte y Literatura y también, aunque para algunos resulte difícil, como POETA.

Algo fundamental para Emilio, desde su niñez hasta su muerte, en su deambular cotidiano y en su mundo interior, en sus recuerdos y nostalgias, como nos muestra en toda su obra poética, ha sido 4 siempre EL PAISAJE. También, al establecerse en Parquelagos, encontró Emilio nuevos paraísos: La Sierra amplísima del Guadarrama que, desde un terraplén o un ribazo muy próximo a su convento, ha podido contemplar, en toda su extensión y a la misma altura de sus ojos; una nueva LUZ, un nuevo paisaje, unos bosques sin que la niebla cerrada de sus montañas asturianas ciegue sus ojos, un cielo inmenso y nuevos colores o colores renovados, como ese azul del cielo de Madrid, diferente, único. Cuando nos presentó en El Encuentro MAR QUE HUYE y al comentar el poema “ABRIL” de su libro PARQUELAGOS, dijo: “Qué maravilla vivir en el azul de Velázquez, aunque suene cursi.” Y añadió: “Todo el azul de Velázquez para mí desde la cocina de mi convento en Parquelagos."

Sus referentes geográficos ya son otros: Peñalara, La Maliciosa, Abantos, El Nevero, Cabezas de Hierro, El Yelmo, Siete Picos, la Morcuera, El Pico de la Miel, Navacerrada… La flora y fauna también difiere de la de sus mundos anteriores. La consecuencia de todo lo que aquí encontró y vivió es que, ya en los primeros años desde su llegada a Parquelagos, se produce en Emilio un profundo cambio que se manifiesta en la relación con quienes lo rodean y que también traspasa al Poeta, a sus obras. Y recurro una vez más a Zamarreño, quien, comentando los libros PARQUELAGOS y UN HORIZONTE ESCRITO, ambos publicados en 1994 con títulos muy significativos, asegura que se ha generado en el poeta un ”(parcial) abandono del encriptamiento en el yo.…/… Esta vez el ojo, sin dejar de atisbar los interiores, se libera de sus pesadumbres, proyectado hacia la realidad exterior. Es un ojo que salva al poeta de sí mismo al comprometerlo con eso otro que lo circunda y lo hace solidario. El trasvase hacia un ámbito desacostumbrado y hacia una luz no usada sacude el ensimismamiento del poeta y lo hace ‘ver’ con otra intensidad:// alrededor hay algo -seres, espectáculos- que reclaman su atención.” Y, sobre todo, porque ya ha saldado cuentas consigo mismo; porque con su primer libro escrito en Parquelagos, JARDINES RECORTABLES (1994), deja limpio, lo que él llama el “Paisaje de Batalla”, cuando reconoce que ”El paso del silencio enerva la llanura”. Es decir, ese silencio en el que Emilio se ha constituido (y reconstruido) debilita y hace desaparecer la crudeza y la barbarie del campo después de la batalla. (En el significado más original de “enervar”) Eso dice en “Paisaje de Batalla”. Por toda explicación de este poema, nos dijo con rotundo laconismo: “¡Ojo con él!”. Casi nadie entendió lo que quería decir)

A Emilio se le había abierto definitivamente el horizonte. Muchos años después, ya en el 2013, en la presentación de “TIEMPO PARA LOS OJOS” en el Cafetín Croché de El Escorial, reconoció ese gran cambio que supuso Parquelagos y comenzó preguntándose: “¿De qué va este libro? Yo siempre escribo el mismo Poema: mi tierra asturiana. Ahora, no. Me he trasladado a estas sierras que nos rodean, La Maliciosa, Abantos. Me gusta andar por estos montes y cumbres. Cada vez que voy me encuentro con un paisaje distinto. Por tanto, el tiempo está en los ojos.”

En las reuniones de PARQUELAGOS, llegó a decirnos que el poema, la poesía, no se explica. Pero tenía mucha paciencia con nuestra torpeza y hacía excepciones. Tengo anotados muchos comentarios suyos en los márgenes de las páginas de sus libros. Pues, bien: Ahí estamos todos nosotros con Emilio. En ese tiempo, entre esas manos, subiendo esas cumbres, en esos ojos y ventanas; en sus eucaristías y en nuestros Encuentros de todos los miércoles durante tres trimestres de cada año. Y también en sus libros y hasta en alguna de sus ediciones. Y en todas sus conferencias sobre literatura, Poesía y Arte; y en las presentaciones de todos sus libros creados (poiesis, nos decía) en Parquelagos.

Emilio Rodríguez participó como ponente en nuestro Encuentro en veintinueve Sesiones sobre ARTE Y POESÍA entre 2001 y 2019.

El Románico y El Gótico, cuatro sesiones.

Poesía en la Pintura de Fra Angélico.

Los corrales del Aire en Baltanás. Fotografía (49) del cura Chema, que así era conocido en los veranos de Mostesclaros. D. José María de la Fuente, gran amigo de Emilio y párroco de Abia de las Torres, en tierra de Campos palentina. y Poemas (49) de nuestro Emilio para las cabañas pastoriles

La Generación del 98 y 27, seis sesiones.

Los Poetas populares, cuatro sesiones.

Los clásicos: Quevedo y Góngora.

Cuatro poetas contemporáneos.

Poesía religiosa: Machado y Juan Ramón, dos sesiones.

Santa Teresa de Jesús, escritora de versos.

Las Presentaciones de sus libros de poesía, siete sesiones registradas, pero son algunos más.

UN HOMENAJE: 23 de mayo de 2012. (A traición. No quería, pero lo merecía. Resultó apoteósico. Se quedó tan “tocado”, tan herido en su humildad que, en un aparte, en pleno discurso de Antonio Zamarreño, me dijo muy serio, en voz baja: “Javier, esta no te la perdono”)

Desde que falleció Emilio el 15 de noviembre de 2020 he hablado con fray Marcos (superior de Parquelagos y compañero de curso de Emilio) muchas veces, decenas de veces a cerca de Emilio. En la mayoría de estas conversaciones fr. Marcos me repetía:

“Emilio ha sido muy importante para Parquelagos. Y Parquelagos ha sido muy importante para Emilio. No sé si todos somos conscientes de ello.”

Exactamente eso es lo que intento transmitirles. Y quizá deba hacer una rectificación: He dicho que Emilio se acogió a nosotros al llegar a nuestro paisaje y casa común de Parquelagos y que nosotros lo adoptamos. Ahora creo que fue él quien nos adoptó a nosotros. Y nos cuidó, nos instruyó, nos quiso.

Ha llegado el momento de alegrarnos y festejar esta monumental obra que nos acaban de presentar. Y de agradecérselo, en nombre de los que, de algún modo, estoy aquí representando, a quienes lo han logrado:

A fr. Jesús Díaz Sariego, Prior Provincial de la Provincia HISPANIA por la decisión de publicar la Obra Poética Completa de Emilio Rodríguez. Se salva con ello un magnífico legado. (Fr. Marcos opina que, posiblemente, sea el mejor legado cultural de la Orden de Predicadores desde Fra Angélico. Marcos dixit, y es artista) (Aunque son muchos, antes y ahora, los escritores y poetas, filósofos, Teólogos - Alberto Magno, Tomás de Aquino, Francisco de Vitoria- y artistas -Maíno, Francisco Coello de Portugal…)

Gracias a Fr. Bernardo Fueyo, que la ha planificado y organizado, le ha dado forma, la ha repasado “golpe a golpe y verso a verso” (y, en algunos versos, palabra por palabra y aún, en algún manuscrito, letra a letra); la ha trabajado en las introducciones a la Obra Completa y a cada uno de los libros que la forman. Gracias, Bernardo, tú has estado delante y “Detrás de la Palabras”.

Gracias a Fr. Jorge Luis Álvarez, director de la Editorial San Esteban, que la ha hecho posible.

Gracias a Sagrario Rollán; Sagrario, gracias por tu gran colaboración con Bernardo Fueyo y porque tu estudio, al frente de la Obra, sobre el Tiempo y la Palabra en la Poética de Emilio Rodríguez, es una ayuda imprescindible para leer y comprender la poesía de Emilio.

He ahí la Obra de Emilio. Pero, también, he ahí vuestra Obra. Gracias por traérnosla.

He realizado varias citas, y alguna bastante larga, del Maestro Zamarreño. Me impresiona con qué perspicacia y cuánto saber analiza y escruta la poesía de Emilio y cómo es capaz de descubrir y descifrar lo que pasa en su vida y en la vivencia de su mundo interior. Y también, la maestría con la que nos lo comunica. Nosotros lo hemos vivido con Emilio; Zamarreño lo ha descubierto y nos lo explica.

Por eso, me sale al paso, y es de Ley: Un agradecimiento y un recuerdo entrañable para nuestros muy queridos amigos Mercedes Marcos y Antonio Sánchez Zamarreño, esposos y Catedráticos Eméritos de Literatura en la Universidad de Salamanca, por su impagable y constante acercamiento de la obra de Emilio a nuestras discretas y, probablemente, profanas entendederas poéticas. Y aquí, que conste, no incluyo a los muy diestros y doctos poetas, amigos y colegas de Emilio. Los legos podemos ser otros. Gracias os son dadas, Mercedes y Antonio. Ojalá hubierais podido estar aquí.

Permítanme una última debilidad: un muy merecido recuerdo y agradecimiento a fr. Jesús Espeja quien, en la apertura de su último libro “MEDITACIÓN SERENA” (“Con los ojos de la fe abiertos”) ha tenido la delicadeza (que me atrevo a traducir como “grandeza”) de rendir un homenaje a Emilio Rodríguez, tomando como cita de referencia inicial de su libro, un “aforema” de Emilio. Dice así:

“Siempre hay un rincón en el jardín

que nadie ha pisado todavía.

Siempre hay un lugar donde las palabras significan otra cosa”.

“Emilio Rodríguez, dominico, poeta y amigo”.

 

(Publicado en la REVISTA DEL MARTES nº 3 de 1984 y en DETRÁS DE LAS PALABRAS, tomo I, pág. 687)

Prestemos atención a este libro de Jesús Espeja. (Editorial SAN PABLO)

Comentaré y leeré ahora unos poemas de Emilio. (LA MUERTE está presente en toda la obra poética de Emilio. Tres hechos marcan, indudablemente, esta presencia:

La muerte de un hermanito en un accidente con un carro cuando las tareas del campo.

La muerte prematura de una hermanita en la adolescencia.

La muerte de su padre)

El primero que voy a leer, “Epitafio de los Meses”, de su primer libro, publicado en 1977, PREGUNTO POR EL SILENCIO. (Joaquín Madina Loidi) Lo he leído muchas veces y siempre me imagino a Emilio en su montaña asturiana, a poca distancia de Villar de Adralés, su aldea, y sentado junto a un árbol, probablemente abedul o castaño, con la espalda apoyada en el tronco. Es muy fácil imaginarlo así, ya que él mismo lo dice en el poema. Además, releyendo en estos días el estudio de Zamarreño para la Antología MAR QUE HUYE, he comprobado que Antonio, también lo ve así, pues nos asegura que “solía sentarse muchas tardes el poeta …/… a contemplar el paraje…” Y unas diez líneas más abajo sentencia que “Emilio estará siempre sentado -y todos lo estaremos con él – y lo haremos luchando contra el tiempo y dejando la vida entera en sus manos.” (pág. 56)

En una de las muchas presentaciones de su Antología, en la que hizo Emilio en la Iglesia del Convento dominicano de El Olivar de Madrid el 19 de enero de 2012, vio que estaba entre los asistentes y me dijo en voz alta: Javier, prepara un poema y lo lees más tarde. Y elegí este:

EPITAFIO DE LOS MESES

Es el primer poema de la II Parte de PREGUNTO POR EL SILENCIO, que está dedicada así:

“A MI PADRE, QUE SE FUE

AQUELLA MAÑANA DE JULIO CUANDO LA

COSECHA ERA UN GRITO.”

(LEER EL POEMA, del libro original o del folio) Al terminar, dijo Emilio: “Es la elegía y recuerdo del padre muerto”. Y, tras un corto silencio, añadió con emoción: “Javier, léela otra vez”.

Y me voy del primero al último de los libros que Emilio escribió en vida: DIMENSIÓN Y ALARIDO. Lo había terminado en 2109; se publicó, como póstumo, unos cien días después de su muerte. (Murió el 15, nov. 2020)

Por supuesto, también en este libro Emilio se halla sentado. Ahora, de cara al atardecer, contemplando la sierra del Guadarrama en toda su extensión, desde un terraplén o un ribazo cercano a su convento de Parquelagos. Todo en este libro es reflexión sobre los ocasos que se le presentan ante los ojos en un estallido de emociones que lo sacuden por entero cuando el sol se hace más grande y más sangrante, y declina tras los montes. Y, por decirlo con palabras de un verso de Emilio, “con praderas encendidas en el cielo”. (“Visión”, del libro TODAS LAS PREGUNTAS, 2008). A su último libro lo llamó DIMENSIÓN Y ALARIDO. Mercedes Marcos y Antonio S. Zamarreño pusieron el “cierre” a este libro y, por consiguiente, a toda la Obra de Emilio “desde la emoción y la vibración de un corazón dolorido por la ausencia” -dicen-. Y también, que “estos últimos versos nos aportan, con transparencia, el estado íntimo de los últimos tiempos de nuestro amigo común …/… consciente el poeta de que está dando sus últimos pasos en la tierra.” (pág. 58) Leo algunos versos de este libro: APROXIMACIÓN, HERMETISMO, OTRA MIRADA, NEGATIVO, TESTAMENTO, CRÓNICA, INTERIOR, FRONTERA.

 Nuestros amigos y maestros, Mercedes y Antonio, concluyen: “El ojo del poeta se acompasa al ojo de Dios…/… Es Emilio frente a Dios. El hombre frente a Dios, el poeta frente a Dios, sin otros paisajes que los de su alma.”

Y termino con una reflexión y un par de confidencias de Emilio: En contra de lo que, alguna vez, se ha dicho, Dios está muy presente en toda la poética de Emilio. Emilio no necesita nombrar a Dios a cada paso, a cada verso. Ni siquiera en las obras declaradamente religiosas y místicas de Emilio aparece en vano el nombre de Dios o de María. Por ejemplo, en HOGUERA EN LA MIRADA, (Poeta ante la Cruz) obra que dijo en la Catedral Nueva de Salamanca en la Cuaresma de 2013; o, en ABSORTA LUZ (2002, sobre la pintura de Fray Angélico). Y nadie pone en duda la intensa religiosidad de estas obras. Toda la poesía de Emilio es tan profunda y tan elevada en su humanidad y belleza que es en sí misma naturalmente espiritual. En las explicaciones que nos facilitaba en nuestros encuentros en Parquelagos, nos hizo algunas interpretaciones explícitas a esa religiosidad de su poesía. Por ejemplo:

Puedo recordar hoy, doce años después de la presentación de su Antología en el Cafetín Croché de El Escorial, el comentario que hizo Emilio al término de la lectura del poema “El gorrión”, que recitó con su voz pausada, monocorde y algo ondulante:

EL GORRIÓN

Un corazón con plumas

se ha escapado de algún pecho

y lo está buscando ahora

con musicales saltos.

Y lo explicó con esta cita: “Nos has hecho, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” “San Agustín”. Y repitió: “Nos has hecho, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” Y continuó: “El oficio del poeta se mide rítmicamente por sílabas, saltos musicales; saltos y ‘píos’; saltos y ‘pío-píos’”. Doy fe. Lo escribí bajo el poema en aquel mismo momento. (Cita de San Agustín, CONFESIONES, I.1.)

Todavía hoy sigo sorprendido por este extraordinario y original comentario.

En otra ocasión, cuando llegamos a la CANTATA DE GALMAZ, lo primero que nos dijo fue que era “un experimento literario con todo el texto en endecasílabos. Lo segundo, que “Antonio Gamoneda me riñe mucho por usar tanto el endecasílabo…” Y lo tercero, cuando preguntamos -pero, Emilio, ¿quién es Galmaz? Respondió: “A veces es el dueño del Campo; a veces, es el Paisaje; a veces, es el Padre del poeta; Galmaz, a veces, es Dios.”

Más, si nos referimos a COMO ÁRBLES QUE ANDAN (1983/84; 2006), podríamos simplemente exclamar: ¡cuánta humanidad y cuánta compasión hay en estos poemas!, dedicados a su gente que sufría y moría en las minas de carbón de su Aldea.

En HORAS MENORES, nos dijo Emilio: “Seguimos en Salamanca, seguimos utilizando el surrealismo, el humor, la ironía, la greguería. Sí, en mi poesía hay mucho de todo eso. En HORAS MENORES, lo hay. Y también mucho de religioso.” (En el convento e Iglesia del Olivar. (19/01/2011)

De este libro, y como prueba del trasfondo espiritual que encubre, citó   Zamarreño este poema: “Tenemos que llorar con mucho ahínco / para llevar los huesos / limpios / a la muerte.” (Fue el 15 de nov. 2010. Casualidad, exactamente 10 años antes de la muerte de Emilio)

Si alguien quiere profundizar más en este asunto, le recomiendo que lea HOGUERA EN LA MIRADA, (Poeta ante la Cruz) obra que Emilio dijo en la Catedral Nueva de Salamanca en la Cuaresma de 2013 y la Presentación que, para esta ocasión, hizo Antonio Sánchez Zamarreño del poeta Emilio Rodríguez.

Emilio Rodríguez conocía a fondo la poesía religiosa y, en particular, la de Don Miguel de Unamuno y nos lo demostró con sus conferencias en Parquelagos(dos sesiones sobre la poesía religiosa de Machado Y Juan Ramón) y en Montesclaros (“La idea de Dios en los poetas del 98: Miguel de Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado”) Pues bien, estoy seguro de que, si ahora estuviera aquí Emilio, no le importaría despedirse de nosotros con estos versos de Don Miguel, tomados de su inmenso poema EL CRISTO DE VELÁZQUEZ:

¡Broten del recóndito

de mis entrañas, ríos de agua viva,

estos mis versos, y que corran tanto

cuanto yo viva, y sea para siempre!

Ni oro ni plata míos, lo que tengo

Dios me lo dio y aquí os lo doy, hermanos,

que el jugo todo de mi esfuerzo pongo

para vuestro común caudal sin pizca

reservarme, que no se engaña a Dios.

 

¡MUCHAS GRACIAS!




lunes, 4 de septiembre de 2023

jueves, 31 de agosto de 2023

PRESENTACION EN MADRID DE DETRÁS DE LAS PALABRAS

 El próximo día 8 de septiembre de 2023, a las 19:00 horas, en O LUMEN, espacio para las artes y la palabra, en la Calle Claudio Coello 141, 28006 Madrid, tendrá lugar la presentación de DETRÁS DE LAS PALABRAS, la obra que reúne, completa, la obra del poeta Emilio Rodríguez.



jueves, 16 de febrero de 2023

DETRÁS DE LAS PALABRAS: EMILIO RODRÍGUEZ OP


En el Aula Magna del Convento de San Esteban, el pasado día 14 de febrero de 2023,tuvo lugar la presentación del Detrás de las palabras, la obra que contiene la poesía completa de Emilio Rodríguez OP.

En el acto intervinieron el Padre Jorge Luis Álvarez, Director de la Editorial San Esteban; el Padre Bernardo Fueyo Suárez, editor de la obra; Dª Sagrario Rollán, poeta y estudiosa de la obra de Emilio Rodríguez y el poeta Chema García.

A continuación se incluye el enlace que conduce al vídeo de la presentación.

viernes, 27 de enero de 2023

DETRÁS DE LAS PALABRAS

 

Detrás de las palabras es el título de la obra poética de Emilio Rodríguez (1938-2020), que, en edición de Fr. Bernardo Fueyo Suárez, O.P. acaba de ser publicado por Editorial San Esteban – Edibesa.

La obra reúne, en una monumental y muy cuidada edición, la hasta ahora muy dispersa obra del poeta dominico, dentro de un estuche  que contiene dos volúmenes. El primero,  Poesía I, (778 páginas), que incluye, tras un valioso análisis de la poética de Emilio Rodríguez, de María Sagrario Rollán y introducción de Fr. Bernardo Fueyo Suárez, O.P., el conjunto de la obra publicada, en vida del poeta, entre los años  1978 y 2019. El segundo volumen, Poesía II (772 páginas), integra,  casi en su totalidad,  la obra inédita de Emilio y su poemario póstumo,  Dimensión y alarido, publicado en 2021.

En las próximas semanas tendrán lugar varios actos de homenaje al gran poeta que fue Fr. Emilio Rodríguez, y en ellos cuales se presentará Detrás de las palabras, la obra que reúne la casi totalidad, la toda es imposible, de su poesía.








lunes, 23 de noviembre de 2020

EMILIO RODRÍGUEZ: EL POETA QUE PREGUNTABA POR EL SILENCIO


 

En SalamancaALDÍA.es, el lunes, 23 de noviembre de 2020, la profesora de filosofía y muy destacada poetísa, doña Sagrario Rollán, ha publicado un valioso,  texto que reproducimos en el Blog  del Poeta Emilio Rodríguez, y cuyo original está accesible en

  https://salamancartvaldia.es/not/252224/emilio-rodriguez-poeta-preguntaba-silencio/


Sagrario Rollán

Emilio Rodríguez: el poeta que preguntaba por el silencio

 

Apenas hoy aquí,

casi nunca,

el tiempo más veloz,

evidenciado

para ser trampolín,

para ser cauce.

 

Apenas hoy aquí, la cuerda y el trampolín, la atadura y el salto... Se nos ha ido el poeta Emilio Rodríguez, el fraile dominico asturiano que recaló en Salamanca hace algunos años y nos enseñó a escribir. Apenas hoy aquí, apenas  ayer,  un día de aniversario,  cuando  celebrábamos  con él  en la Sala de la Palabra “el tiempo más veloz, evidenciado para ser trampolín”, presentando  su Penúltimo cansancio (2017).

Gracias Emilio, como aquel día, reitero hoy mi agradecimiento: Gracias por habernos amaestrado en la “penumbra de lo móvil, de lo eterno”, gracias por habernos colocado en “la iniciación al vuelo sin escalas”.

Después de  Mar que huye, antología publicada en 2010, sabiamente prologada por el profesor, poeta y su buen amigo Zamarreño, cada  uno de los últimos títulos de Emilio decía bien esa andadura del tránsito: Del tiempo y de las manos (2011), Tiempo para los ojos (2012),   Lugar de manantiales (2015), Fugaz y permanente (2018) volvían una y otra vez sobre la meditación del tempus fugit  a modo de salmodia.  La pertinacia y la obsesión se iban ciñendo más y más, agarrándose con el verbo tenazmente a las esquinas de ese tiempo que huye, de la carne sombría, de la sangre luminosa, y dejaban al desnudo el asidero incierto de los años, como “un viento incandescente/ y la flamante réplica/ de todo lo que huye y nunca permance”     

Emilio siguió haciendo hasta el final el inventario imposible de tal huída, arañando los resquicios de lo que pudiera perdurar, en un habitar frágil pero consentido, que  se proclamaba a veces desde la herida siempre abierta de un ser y estar tan inciertos:  “Venimos a luchar contra la muerte/ a desandar los dias/ los años de la siega/ y los rosales/ el rostro de la noche/ es nuestro signo”. Un signo el suyo, sin embargo, siempre agradecido: “Me siento agradecido y voy dejando / la piel, como se dejan las palabras,/ los saludos del otoño y las espigas”

La muerte siempre llega, ha llegado para él,  pero el signo de la noche a través de sus versos, en lugar de hacernos enmudecer, como en la mística, nos restaura en otra luz. Remontándonos a la infancia mítica del poeta que venía del grito negro de la mina y del suave cimbrearse de los abedules blancos en el suelo asturiano, he recordado la frase que decía una niña pequeña mientras dibujaba sus cantinelas:  crecer es como subir escaleras;  y sí, crecer es como subir escaleras, aunque ya no seamos niños, por eso me alegro tanto de haber ascendido la altura de los años y de los versos con este gran poeta. Como cuando nos esperaba en el Claustro de San Esteban y subíamos la magnífica escalera plateresca y de escala en escala íbamos enlazando los peldaños de la escritura en Papeles del Martes, pues hay que decir que los martes de Papeles eran de Emilio, y de nadie más:  “A este lado del tiempo, / donde el reino/ de lo efímero/ se cierne todavía”, justo y necesario será reconocer por siempre la verdadera autoría, paternidad y gestación de Papeles del Martes.

Era aquel un universo tan joven y tan nuevo, en los 80, cuando no había  medios digitales, acontecía el verso y el reverso en claustros, pozos y ajimeces, como algo único: “el mar en la mirada/ y las palabras/ todas/ dando saltos”. Tan joven era entonces la palabra nuestra, tan niño el balbuceo poético, nuestra torpe caligrafía adolescente, tan incipiente el fonema de luz de aquellos recién estrenados universitarios, a la sombra de su palabra ya madura y cincelada de  antífonas y liturgias... Por  eso me gusta recordar hoy también, desde la altura de los años y la sombra de la muerte, la admirativa sorpresa de otra jovencísima muchacha que, escuchando un recital de Emilio, en algún verano reciente de Montesclaros, exclamaba: pero ¿cómo puede ser tan joven este hombre? pero ¿con tantos años y esa barba?, no me lo puedo creer, pero si escribe como los mejores poetas tuiteros.

Y es que algo de eso hay, frescura, novedad, venero insepulto. Emilio, en su obsesión por el tiempo y en su inmemorial inquisición desde aquel primer libro de  Pregunto por el silencio (1977), llegó a acendrar la pregunta, a adelgazar la respuesta, a esquematizar el tránsito del tiempo de los ojos y de las manos, para dar en en los umbrales de un aliento tan nuevo, que el tiempo nos vuelve a ser propicio. Para que la voracidad de Cronos no nos venza, el poeta seguro “de haber matado los relojes” nos reta a otras intemperies, a otras honduras donde resurge  la promesa del  Kairos  que nos renueva por dentro.

Emilio, hacedor  insigne de aquellas tardes de Papeles, de aquellas islas de los martes, en medio del naufragio y el extravío de tantas escrituras, de tantas navegaciones más o menos afortunadas de unos y otros,  se nos ha ido..., “con la noche sobre el hombro, como un ala de nieve”.  Quiero cerrar este pequeño homenaje con un apunte de su Penúltimo cansancio, como atribución y procedencia cierta y fecunda de nuestros versos de siempre:

 

“De tí proceden todos

los barcos de la aurora.

Navegaciones, rutas,

sendas de cabotaje

nos llegan de tu gesto,

de tu mirada insomne.

De ti procede el rumbo

de los vientos favorables”

 

Ahora y en la hora de la muerte, Amén, te sean propicios esos vientos, querido maestro, mientras florece tu memoria agradecida, por el  atrevimiento de escribir al que nos empujaste:

 

“El dedo audaz señala cielos,

subraya el don

de la mirada.

De todos los caminos,

uno queda marcado

sobre el cauce

de la piel.

Historia de un transcurso,

geografía

jamás codificada”