Por
dentro de la luz
corren las páginas
y
se queda descalza
la
mañana.
En
vez de ventanales
tienes gritos
o
esa especie de noche
en
que te envuelves.
Las
horas más delgadas
y
más lentas
se
van quedando solas
en la sombra.
En
los balcones llueve
y se reflejan
periódicos
nocturnos,
con
toda la espuma
de los días.
Clamor
en los relojes.
Una
espada da contorno
a
los días
carenciales.
Barcos
inexistentes
rayan la piel airada
de
los ríos.
Pisadas
y discursos
se
desgranan
en todos los relojes.
La
voz más destacada
es
pájaro sin alas.
un raudo incendio
de nostalgias.
Retratos encendidos
decoran las esquinas,
y
un manto de cigarras
arropa y configura
todo el cielo.
La
memoria es un rostro
de
ceniza
que otorga dimesión
a
las vasijas
donde madura
el tiempo.
EMILIO
RODRÍGUEZ
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