Este es el poema leído en Salamanca el dÍa 27 de mayo de 2016, con motivo de la celebración anual
de EL CIELO DE SALAMANCA.
“Qué hermosos son
sobre los montes
los pies del mensajero
que anuncia la paz…” (Isaías, 52)
Y las arcadas lentas
del silencio
van construyendo el tiempo,
ponen alas
al edificio alzado
en la
Palabra.
Resuenan los aullidos
por la
sombra,
se plantan los espacios
en
sus fustas,
en las columnas tercas
de un recuerdo.
Aquí madura y crece
aquel
sonido
que fue coraza y sombra
de una vida.
Palabras agobiadas
de penumbra.
En la mirada azul,
en la llamada
de campanas esquivas,
y
ventanas
que atesoran la luz
en sus pupilas.
Caballos sin sonido
son pisadas
de caminante enhiesto.
Tropel miniado
que traslada y mantiene
la Voz.
Un viento blanco y negro
se escapa de los libros
y recorre despacio
la piel del Languedoc.
A veces llueve incienso
en estos atrios,
porque sigue vibrando
el día prometido,
y un sonido de escarpias
se erige en campanario.
EMILIO
RODRÍGUEZ
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