sábado, 6 de octubre de 2007

MAR DE PREGUNTAS


I


Este mar que despeina en fulgores azules
las pisadas del viento, el rumor de la noche,
tiene manos de estatua, tiene helechos y frondas,
Su mirada de azúcar, parpadeos de luna,
cauteriza los huecos en la piel de los álamos.
Este mar es tan nuestro que sus ojos imitan
los colores del tiempo en que fuimos felices.
Sus montañas de espuma, sus abismos de fresa
tienen ritmo y nostalgia de la piel más humana.
¿A quién miran sus ojos? Su palabra inaudible
se aposenta en nosotros con furor de batalla.
Las ventanas nos crecen acunando reflejos.
Cabellera de zarzas, insumisa gorgona,
permanece distante sin dejar de seguirnos.
Como un perro sin ojos vigila los rincones,
se nos queda en los techos, telaraña sonora.

II

¿Cuándo duermen los barcos? Su agitada vigilia
se acurruca y se cuelga del gastado horizonte.
Los palacios del alba en constante vigilia,
rodeados de sombra, avizoran la noche.
Las ventanas caminan, hacen puente de luces
enseñando el sendero a los pálidos monstruos.


III

Cuadriculas la noche para hacerla habitable.
Para hacer con palabras un sendero en el aire
que te lleve a otros días, manantiales de calma.
¿Cómo nace la aurora? ¿Dónde están sus semillas?
En una barco se marchan, ateridas, las sombras
y otro barco regresa con la luz reunida
en una haz de candiles o creciente luciérnaga.
Un jardín elevado se construye de pronto
y se asoma orgulloso sobre manos de esparto.
¿Qué siluetas borrosas configuran los rostros
de los seres que fuimos y que el tiempo destiñe?
Horizonte de alambre, este rito de ahora.
Las pisadas nocturnas se convierten en eco
y recorren despacio los pasillos del sueño.
Cuánta luz encerrada se nos queda en la frente.

( Mayo – 02)

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